Si mal no recuerdo, fue en el verano de 2001 que cinco bandas ancuditanas partimos a Santiago a cumplir este gran sueño: «Chilhue Rock, Ancud Nos Pertenece».
La pequeña escena ancuditana vivía lo que para muchos fue la mejor época para el rock en nuestra ciudad. Existía un gran número de grupos, de diversos estilos, y la mayoría con composiciones propias. Se realizaban eventos de calidad, buenas bandas, buenos escenarios y podría decirse que existía una relación estrecha y de mutua cooperación entre la agrupación de músicos y la Municipalidad. Todo esto, debido al éxito de programas como «Esquinas Culturales» y quizás la más importante e influyente instancia para el rock ancuditano como fue la llegada de las «Escuelas de Rock» a nuestra ciudad. Es por esto, que el proyecto «Chilhué Rock, Ancud Nos Pertenece» representaba la consolidación definitiva de Ancud, como «capital del rock» en Chiloé. Al menos, así lo sentíamos nosotros, los rockeros…
No voy a referirme a este disco desde el punto de vista musical; como he dicho anteriormente, no soy crítico de música ni pretendo serlo tampoco. Muchos aman este disco, y otros lo encuentran horrible. No sé, yo sólo lo comparto con quién quiera disfrutarlo, cada uno tendrá su personal opinión sobre este trabajo. Por mi parte, prefiero destacar cómo ésta sencilla colección de canciones nos marcó a todos y marcó al rock ancuditano. Existe un antes y un después del Chilhue Rock, eso es innegable. Yo me quedo con las vivencias y los recuerdos. Sólo quienes fuimos partícipes de este hermoso proyecto sabemos lo maravilloso de aquella experiencia. Un viaje lleno de ilusiones, risas, camaradería y sueños juveniles. Días de tensión y nervios por quienes entraban al estudio, y en las noches alegría y celebración. Podría pasarme mucho rato contando todas las anécdotas que ocurrieron en esos días. Fue todo muy mágico y entretenido, dormíamos en literas, comíamos juntos, compartíamos un buen trago al fin del día, en fin. Fuimos una especie de familia rockera, estrechamos lazos e incluso algunos hicimos nuevos amigos. Recuerdo esas calurosas tardes, bebiendo cerveza helada después de almorzar, mientras Oscar Velquén (Damper) trataba de ordenarnos y buscar voluntarios que laven la loza.. jaja. Recuerdo a Gonzalo (Crystal) preocupado que todo salga bien y pensando en renunciar de su cargo de presidente de la agrupación porque ya estaba simplemente chato, ja ja. Cómo olvidar a la Varinia (Crystal) y la Pau (Cuba libre), las únicas mujeres entre toda la manga de troglodítas. Y cómo olvidar aquella noche en que Alex (Damper) sacó a todos de sus casillas tanto pastelear, ja ja ja. A Cooper, a Chepe, Claudio, Leyton, Álvaro, Julito, Toño.. Uff, tanta gente…
Alguien me dijo una vez, que este disco tenía un espíritu especial, una onda muy «de Chiloé», y creo que es verdad. Temas como «El pudetano», «En El Mar De Los Sueños», «Dale Insular» o «Isla Perdida», hablan de alguna u otra forma de nuestros lugares, nuestra ciudad, nuestra isla…
No tengo más que decir, sólo que disfruten este trabajo y sepan valorarlo. Nada más…
Bueno, finalizando, quisiera utilizar este humilde espacio para saludar a todos quienes participamos de este álbum. Algunas bandas ya no existen, algunos músicos ya no tocan, pero todos fuimos capaces de hacer un hermoso sueño realidad, y ser parte de la historia de nuestro amado Rock Ancuditano, porque digan lo que digan… Ancud nos pertenece!!
Manuel Cisternas