Es considerado unos de los grandes reconstructores de la historia de Chiloé. Nacido y criado en Castro, a los 20 años se fue a estudiar a Santiago. Rodolfo Urbina, de 70 años, con su voz parsimoniosa y un cigarro entre los dedos, habla con Milcaos en los días que participaba en Ancud en el seminario “Chiloé: historia y contacto”. En una improvisada entrevista mientras sonaba la música “cumbiera” en el restaurante Balai.
“Aquí no existen lugares de esparcimiento, los únicos lugares donde pueden desenvolverse los jóvenes son los bares, ciertamente aquí hace falta impulsar iniciativas de esparcimiento de los jóvenes” afirma. Tiene tiempo de referirse de su vida enlazada a Chiloé, la discriminación y el clasismo interno entre los chilotes como el de los chilenos en el concepto llamado como la “otredad”.
¿Qué lo ha llevado a realizar su trabajo enfocado en Chiloé?
Siempre he tenido vocación por las ciencias humanas, desde muy chico. Tal vez el origen haya sido, que desde muy pequeño yo era filatélico*, y era numismático** y la afición por las estampillas me llevó a interesarme por la geografía, por la historia, por el mundo y tuve la ocasión de ser un buen lector; cuando era chico, en ese tiempo, aún estaba la Biblioteca Pública como centro de encuentro de los niños, no solamente para las novelas y los cuentos, sino que, esa búsqueda de las enciclopedias, del saber más universal, tal vez por ahí estuvo muy marcada la vocación, hasta tal extremo en un momento en mi adolescencia no pensaba ser otra cosa que historiador, y eso es lo que he sido.
¿Su familia tenía biblioteca privada?
No había bibliotecas privadas en Castro, en Ancud sí que habían bibliotecas privadas, la de Los Cavada, la de los Barrientos eran bibliotecas privadas, las únicas de Chiloé. Pero en mi casa había libros, y complementábamos las lecturas con lo que podía aportar la biblioteca Pública, pero siempre precaria, siempre poco, comparado con las inquietudes intelectuales que ya había. Pero las leíamos bien. De modo que la radio era un gran vehiculo de conocimiento por saber un poco del resto del mundo y el resto de Chile, pero con esas interrupciones largas, los racionamientos de luz eran largos. La imaginación creo que para los chilotes fue algo que podríamos decir que tocó a una generación completa, que es la generación mía, imaginarse el mundo, porque no había cómo conocer más a fondo ese mundo. Pero tú no sabias que eran Las Chauques, tú no sabias que era Lin Lin, te das cuenta. Entonces, ese mundo que me tocó vivir, era un mundo que estaba en proceso de conocerse.
¿Qué diferencia había en ese tiempo entre los chilotes?
Y ese tiempo también había, te hablo de los años 40 y 50, un concepto muy marcado en ser de Castro o ser de Ancud, bien notorias, competían las dos ciudades. Pero respecto de los habitantes chilotes de las islas, a quienes se les llamaban “Ñangos”, porque eran con “ojotas”, con “tamangos”, con “huiñipollas”, “ponchos” entonces era como el otro chilote, el chilote propiamente chilote, con todo lo peyorativo que a veces salía, no solamente los chilenos veían como la “otredad” a los chilotes, a todos, los chilotes urbanos también miraban con ese mismo criterio a los chilotes rurales. A partir de esa época había que superar las diferencias que había entre los chilotes de Castro, de Ancud y los de las islas, para conformar una totalidad, la nación chilota digamos. Y eso es lo que todavía no se concluye, eso va de camino.
¿Cuál fue la influencia española en este cierto clasismo, casi racismos entre chilotes?
La mitad de la población chilota, a fines del siglo 18 era genéricamente llamada población española, pero allí había también un alto número de mestizos, pero se conocían como españoles, todo lo que no era indígena era español, a diferencia de otras partes de Chile donde había indígenas, mestizos y españoles, aquí todos los mestizos eran también españoles. Desde el momento que tú hablabas castellano y eras cristiano, eras español, aunque tus rasgos físicos no lo sean exactamente. Porque no había la categoría de mestizos, pero si, indígenas, indígenas y españoles. Bueno, quedó la impronta española, como una espacia de orgullo de Chiloé, se decía el último reducto… Bueno, esas cosas iban quedando e iban condicionando un poco lo que nosotros mismos pensábamos de nosotros, no chilenos sino chilote con marcado acento español, que se ha disipado, eso ya no se habla así ahora, pero eso marcó la vida por 300 y tantos años.
¿El nombre de chilote nace por un tema más bien bélico?
A finales del siglo 18 éramos chiloenses, chiloanos, que consistió con el término chilote, que se acuño como despectivamente, chilote con una “chi” bien arrastrada. La primera vez que se puso como un ejemplo fue, cuando los chilotes salieron con Pareja a la reconquista de Chile, que en ese tiempo eran como 2600 hombres, que junto con los 600 de Valdivia desembarcaron en el puerto de San Vicente y se tomaron Concepción, bueno, y los chilotes eran con “Ponchos” y con “Tamangos”, entonces la impresión era, “esta gente”, “esta gente que nos viene a conquistar”, “los chilotes, que se creen”, una cosa por ahí.
¿Esta “otredad” de Chiloé o el aislamiento de Chiloé aún se mantienen?
Eso lo dicen los chilenos cuando piensan en Chiloé, tienen esa imagen que todavía es un pueblo atrasado, periférico. No hay una noticia en el diario, de Chiloé, excepto si hacen alguna protesta y cortan la carretera, con banderas como lo hizo el alcalde de Castro con la bandera de España. Si me pareció incluso sorprendente que la presidenta Bachelet haya decidido el Plan Chiloé, porque nunca se había destinado una cantidad de recursos para eso. El Estado de Bachelet decidió el PLADICH casi como un regalo a los chilotitos. Pero nunca cambia la imagen, que Chiloé no avanza, y es algo que perdura.
Antes, ir a Puerto Montt y a Santiago significaba que el hombre que dice va partir el tren y que se suban los pasajeros decía “pasajeros al tren”, gritaba así, “y los chilotes también”, era hiriente, porque era como una burla, porque se subían señoras con “chal”, con canastitos y era una imagen de atraso.
¿Que opina del desarrollo de la isla sin el Pladich?
Entonces, esto que parece tan sencillo, que el agua potable llegue a todas partes, que la luz eléctrica también y ahora esta llegando a las islas, parece que esta ese plan, eso no se pudo haber pensado antes. Entonces la gente vivía menoscabada, quedarse en Chiloé era sólo de los espíritus derrotistas y los espíritus más altivos salían de la isla. Antes, salir de la isla, inclusive hoy en día, era bien visto por los vecinos, salir a estudiar o a trabajar, los que volvían eran los ganadores y los triunfadores, aquellos que fueron a enfrentarse a otras culturas, y los que se quedaban acá eran los pobres o eran los mediocres.
Entrevista realizada el año 2010